Pues hoy teníamos excursión a Segovia, y creo que es la vez que mas frío he pasado en toda mi vida. He intentado seguir al grupo, arrastrando mi moribunda figura, que se retorcía en mil contracturas con cada temblor (me pusieron brackets y se me han saltado la mitad de tanto tiritar). Al cabo de un periodo de tiempo que no me atrevo a adivinar, pues probablemente quedé inconsciente varias veces, mantenido en pie sólo gracias a la rigidez de mis músculos helados; llegamos a un parquecito en el que el grupo se detuvo. Cuado les alcancé sólo pude decir: "Dejádme morir" y me eché en el discutible interior de uno de los columpios, esperando mi inevitable "continuara...". Y mientras observaba, con sólo un ojo medio abierto, como la sombra de los perfiles de la construcción se definían y difuminaban según las nubes descubrían o tapaban un débil sol de invierno tardío, me dió por recordar todo lo bueno que me había dado mi empeño en vivir y que ahora, ese horrible frío, me obligaba a dejar atras, deshauciándome de mi propio cuerpecito. Y entre tantos recuerdos encontré uno de los peores tópicos que he soltado en mi vida: Hace cerca de seis años mi amigo Andrés me presentó a cierto chico, al que saludé con la frase "los amigos de mis amigos, son mis amigos", y aun en mi casi-lecho de muerte me arrepentí de tan simple presentación para todo un gentleman e incipiente intelectual como resultaste ser tú, Hervás.
Mi consciencia despertó de su sueño criogénico en el interior de una cafetaría de condiciones térmicas mucho más apripiadas para la vida que las del exterior. Acabada la excursión y tras dos horas de autobús y otra media esperando a mi madre en la puerta de casa porque no tenía llaves me dije: Coño, hace un montón de tiempo que no veo a Hervás. A ver si hablo con él por whatsapp y me cuenta cómo le va.
Así es que aquí está mi mensaje de re-presentación. Yo siempre tan sencillo.
Da gusto poder conocer a gente tan diestra con el manejo de la lengua. En un mensaje escrito con el móvil hay más talento del que algunos podemos mostrar con papel y lápiz. Por suerte, siempre nos queda poder leerlo.